El sapo de espuelas (Pelobates cultripes)

Las charcas ya están a rebosar de agua. Tan sólo hace falta que la temperatura ascienda un poco más y la temporada de cría de los anfibios comenzará en breve.

Uno de los primeros anfibios que se «anima», ya en el mes de marzo, es el sapo de espuelas (Pelobates cultripes). Es relativamente común en nuestra provincia,indiferente al tipo de vegetación y sobre todo en aquellos lugares donde el sustrato está menos compactado para poder enterrarse. Prefiere para reproducirse charcas temporales de gran tamaño, canteras y pequeños humedales.

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Es un sapo de aspecto robusto, cabeza ancha y corta, hocico redondo y ojos grandes y prominentes con pupila vertical. Los machos pueden llegar hasta los 10 cm, mientras que las hembras son más grandes, hasta los 11 cm. No tiene tímpanos ni glándulas paratoideas visibles. En las patas posteriores poseen membranas interdigitales desarrolladas y la clásica «espuela», un tubérculo metatarsiano endurecido de color negro y que le permite excavar.

El color del sapo de espuelas es algo variable: verde claro, amarillo pálido o blanco crema con manchas grandes y bien definidas de color verde o pardo.

Sapo de espuelas adulto

Son animales eminentemente terrestres, por lo que sólo se les encuentra en el agua durante la época de celo. La actividad es casi exclusivamente nocturna y están especialmente activos al anochecer, aunque en la época reproductora pueden encontrarse ejemplares activos en días con alta humedad ambiental.

Llegan a las charcas después de anochecer y se concentran en el agua en zonas con poca vegetación.  Los primeros en llegar son los machos, que esperan la llegada de las hembras. Cuando éstas llegan a las charcas, los machos las buscan bajo el agua, permaneciendo los animales sumergidos durante el apareamiento.Tanto los machos como las hembras emiten un canto bajo el agua, muy fácil de reconocer, pero sólo audible a muy poca distancia.

El amplexus o abrazo copulatorio es de tipo inguinal. La puesta es una banda gruesa irregular que es abandonada por lo general en zonas abiertas poco profundas. El número medio de huevos ronda los 2000-2500, produciéndose la eclosión entre los 10 y los 12 días. El desarrollo larvario es lento, con una duración entre 3 y 4 meses.Los sapitos abandonan el agua antes de perder la cola.

puesta de sapo de espuelas

Los renacuajos de esta especie son los que alcanzan mayor tamaño de todos los anfibios presentes en la Península, llegando a alcanzar los 150 mm, aunque lo normal son 80 mm.La cresta dorsal se inicia en posición muy adelantada y su cresta ventral es totalmente convexa. Es destacable el pico córneo de color negro. La larva es de color pardo claro con un punteado blanco y negro disperso, pero especialmente en las crestas caudales.

larva de sapo de espuelas

Los sapos de espuelas alcanzan la madurez sexual a los 3 años y pueden llegar a vivir unos 10.Los adultos depredan sobre una gran variedad de invertebrados, a los que caza al acecho en áreas abiertas. Así consume escarabajos, lombrices, babosas, hormigas…Las larvas se alimentan de algas, microorganismos, de restos vegetales y animales, pequeños crustáceos, puestas de otros anfibios e incluso pueden practicar el canibalismo si se encuentran en grandes densidades.

Los adultos son depredados por cigüeñas, lechuzas, mochuelos, córvidos, estorninos y rapaces diurnas como milanos reales y negros, culebras de agua y pequeños roedores.Las larvas son consumidas por culebras de agua, y urodelos adultos, además de por aves de pequeño tamaño.En momentos de amenaza, los animales emiten un sonido de alarma muy estridente, que recuerda al maullido de un gato enfurecido.

metamórfico de sapo de espuelas

 

En cuanto a las amenazas que sufre,uno de los aspectos negativos es la larga duración de su fase larvaria (más de tres meses, con frecuencia cuatro o más) que lo hace muy dependiente de medios acuáticos con largo hidroperiodo, así que sufre altas mortalidades en años de lluvias escasas.

Otro problema de la especie suele ser el aislamiento de las poblaciones, que a menudo dependen de un único punto de reproducción, volviéndose extremadamente vulnerables a alteraciones del mismo y a sequías.

Por último, hay que destacar las muertes por atropello, sobre todo en época de reproducción, el uso de pesticidas y fertilizantes y los cambios en el uso del suelo.