Historia de un edificio: el ecomuseo del pastor del agua

Como hemos comentado en más de una ocasión, el edificio donde se ubica nuestro ecomuseo tiene un pasado muy ligado a la actividad trashumante y lanera desde, al menos, el siglo XVIII. Aquí os contamos cómo hemos ido reuniendo las piezas del puzzle para intentar desentrañar la historia del edificio.

Hace unos 19 años, cuando adquirimos el pajar donde hoy se ubican nuestra casa rural El mirador de la cigüeña y nuestra vivienda (y oficina), que se hayan anexas al futuro ecomuseo no nos imaginábamos la historia que poco a poco hemos ido recomponiendo. Si en aquel momento hubiéramos sabido lo que hoy sabemos, las cosas quizás habrían sido diferentes en la restauración del edificio. Nuestra intención era respetar al menos parte de la estructura del mismo, pero no pudo ser así, ya que algunas paredes se encontraban en mal estado y hubo que derribarlas, rehaciéndose posteriormente respetando los materiales de la zona.

Vista de la Calle Cigüeña (antigua calle de la Iglesia) en el año 2003. A la izquierda, el primer edificio que sobresale es nuestro pajar, hoy casa rural y nuestra casa. El siguiente edificio, con la pared un poco más blanca, es el futuro ecomuseo.

Para cuando ya estaba iniciada la obra, recibimos una carta de la Junta de Castilla y León para hacer comprobaciones de la edad y estado del edificio de cara al valor de la compra venta, para lo cual tuvimos que presentar unas escrituras del año 1960 en las que se hablaba del pajar como un encerradero perteneciente a Ciriaco Pinillos Gil (el bisabuelo de Mar) por compra a Dª Ventura Contreras y López de Ayala, el 3 de febrero de 1920. Eso demostraba que el edificio tenía una cierta edad y el asunto quedó ahí, durmiendo durante unos cuantos años.

Vista del pajar antes de la rehabilitación en el año 2004. A la izquierda, el futuro Ecomuseo.

Terminamos las obras y en alguna conversación con los padres de Mar salió el tema del bisabuelo, su vida y de cómo fue adquiriendo diversas fincas, entre ellas el pajar donde tenemos nuestra casa. Ventura Contreras y López de Ayala, hija de Luis Antonio Contreras Thomé (7º Marqués de Lozoya) reunió las posesiones que la familia Lozoya tenía en Cabanillas, entre ellas el esquileo.

Fue pasando el tiempo y en 2020 se nos presentó la oportunidad de adquirir el edificio y corral anexos a nuestra casa, trámite que logramos hacer en enero de 2021. A partir de ese momento nos pusimos manos a la obra para diseñar el Ecomuseo del Pastor del Agua, un sueño de muchos años y que pretende convertirse en referencia de los estudios sobre la gestión tradicional del territorio, además de centro de actividades medioambientales y de promoción de la bioeconomía.

Este edificio también había sido usado como pajar durante muchos años y contaba también con un corral. Una de las primeras actuaciones que hicimos fue la de ir limpiando el interior, que contaba con una gran cantidad de hierba y paja acumulada, muchísimos sacos vacíos de pienso y multitud de residuos. También aparecieron trillos y diversas herramientas y objetos, algunos de los cuales se recuperarán para el nuevo espacio.

Más o menos limpio, cuatro elementos nos llamaron mucho la atención: las paredes interiores se parecían mucho a las del esquileo de Cabanillas, la presencia de una gran piedra que parecía la base de apoyo de un pilar muy parecida también a las del esquileo, el empedrado del suelo y la existencia de lo que parecía ser una puerta cegada formada por dos mochetas que entremezclaban ladrillo y piedra, similares a los edificios del siglo XVIII que tenemos por la zona.

Vista exterior de la puerta cegada, en la que se puede apreciar un pequeño ventanuco. En la base hay una gran piedra de granito alargada que se ubicará en el patio del ecomuseo.
Vista interior de la puerta cegada.
Suelo empedrado

Fue en este momento cuando nos comenzó a picar la curiosidad. Recordamos la compra del pajar del bisabuelo de Mar a la heredera del esquileo de Cabanillas y la descripción del edificio como encerradero. Con motivo de los trabajos para la recuperación de las pozas de lino de La Aldehuela consultamos el Catastro de la Ensenada de Torrecaballeros, municipio al que pertenece Cabanillas. Si eso era un encerradero y perteneció a los marqueses de Lozoya, este edificio debía formar parte del complejo lanero. Y, o bien pertenecía a los propietarios del esquileo en aquel entonces, D. Miguel Antonio de Dueñas, o bien a la persona que esquilaba allí, D. Gabriel de Herrera y Silva y que luego compró el mismo años después de la redacción del catastro (y cuyos descendientes emparentaron con los marqueses de Lozoya, pasando el edificio después a esta familia). El catastro de la Ensenada da noticias de los diferentes edificios pertenecientes a ambas personas. En el caso de Gabriel de Herrera y Silva aparece un corral junto a la iglesia, aunque por los linderos y medida no parece ser el que nos ocupa. D. Miguel Antonio de Dueñas tenía un encerradero también junto a la iglesia y según los linderos podría ser, aunque el tamaño no parece cuadrar con las actuales dimensiones.

Otros documentos que manejamos fueron los procedentes del Archivo de la Nobleza referentes al esquileo, de los fondos de Vivero. En ellos se encuentra la escritura de compra del esquileo y de los edificios anexos por parte de Gabriel de Herrera y Silva. En él no se habla de linderos para poder identificar la ubicación de las diferentes instalaciones de las que disponía. Sabemos que los herederos de D. Gabriel de Herrera y Silva hicieron compras de diversos edificios y prados en Cabanillas, engrosando la lista de bienes que ya de por sí tenían.

El edificio del ecomuseo antes del inicio de la rehabilitación.

Con estos indicios, no teníamos ninguna duda del origen del edificio, que se sumaban a las similitudes constructivas. Para terminar de salir de dudas, acudimos al Archivo Provincial de Segovia y acceder al protocolo notarial donde se encontraban las escrituras de compraventa del pajar por parte de Ventura Contreras y López de Ayala. Lo que nos encontramos nos sacó de todas dudas y nos arrojó muchas respuestas sobre Cabanillas. El 3 de febrero de 1920, Dª Ventura se deshace de varios edificios de Cabanillas, los que sus antepasados fueron reuniendo, ya que su situación económica no era la mejor. Y entre todas las ventas, ahí estaba la que correspondía a nuestra casa y al ecomuseo. Su descripción no dejaba lugar a la imaginación:

«Un encerradero en Cabanillas, Ayuntamiento de Torrecaballeros, en la calle de la Fuente, señalada con el número siete, con un corral y cerquilla de labor, mide el encerradero cuatrocientos treinta y seis metros, sesenta y tres centímetros y el corral y la cerquilla mil ciento catorce metros sesenta centímetros y todo ello mil quinientos cincuenta y un metros veinte centímetros y linda al frente plazuela o calle de la Fuente, derecha calle de la Iglesia, izquierda casa taberna del pueblo y espalda cerca de Julián Llorente».

El edificio se divide en cuatro partes iguales de 387 metros y ochenta centímetros cuadrados y se vende a cuatro vecinos del pueblo: Marcelino Sanz Herrero, Ciriaco Pinillos Gil (el bisabuelo de Mar), Pedro Llorente Llorente (la parte que será el ecomuseo) y Paulino Marcos Llorente. Posteriormente, entre los compradores hicieron las divisiones entre las distintas fincas en que quedó dividida la parcela inicial y que son las que existen en la actualidad.

Cerchas fabricadas con las vigas existentes en el edificio.

Llegados a este punto, en el que se demuestra la vinculación del ecomuseo con el esquileo de Cabanillas, nuestra idea es la de mantener en la medida de lo posible la esencia del edificio. Para ello se ha mantenido la mayor parte de las paredes originales, abriendo además la puerta ciega y manteniendo su estructura de piedra y ladrillo. Se ha restaurado el portón de entrada original, se reutilizarán las tejas del edificio y las que se tengan que reponer serán las procedentes del último tejar que hubo en funcionamiento en el pueblo de Melque de Cercos, al igual que los ladrillos macizos y las baldosas de barro que irán en los balcones. Las piedras de las que hemos hablado anteriormente se reubicarán en el corral-patio del ecomuseo, las impresionantes vigas de madera que soportaban el edificio se han reconvertido en las cerchas que sujetarán el tejado y el revoco de las paredes de piedra será, en la medida de lo posible, de cal, tal y como estaban revocadas antiguamente.

No está siendo fácil el proceso de rehabilitación, pero poco a poco vamos avanzando. Para el mes de marzo tenemos preparada una muy buena noticia de la que os daremos cuenta. Si os ha gustado esta entrada y queréis colaborar con la creación del ecomuseo, con una donación o compra, podéis hacerlo en esta página: https://www.ecomuseoelpastordelagua.es/tienda

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