Día de la Cacera Mayor del Cambrones

Último sábado del mes de mayo. A la salida del sol, tal y como dicta la costumbre antigua, el Alcalde de Cartas, junto con el resto de la Noble Junta de Cabezuelas (dos hombres de cada uno de los pueblos: Palazuelos, Tabanera del Monte, Trescasas, Sonsoto, San Cristóbal y La Lastrilla) se acercan al paraje denominado «La Madre», en término de Palazuelos de Eresma,  para cerrar la compuerta que deriva las aguas del río Cambrones hacia la cacera del mismo nombre. Es el día de la Cacera Mayor, en el que se ha de limpiar comunalmente el cauce de esta vital obra de ingeniería de origen medieval. Para ello, cada pueblo partícipe tiene a su cargo dos «quintos», que son tramos del curso cuya longitud está relacionada con la proporción de agua o «caces» que tiene cada uno.

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Tras cortar el agua, operación necesaria para que los vecinos de los pueblos beneficiarios puedan limpiar el cauce de restos de sedimentos, hojas, ramas, céspedes… , los miembros de la Noble Junta limpian un corto tramo de la cacera y almuerzan, para luego irse cada uno al quinto de sus pueblos. Tras este «quinto institucional», se encuentran los quintos de los pueblos, siguiendo este orden: Sonsoto, San Cristóbal, Trescasas, Tabanera, Palazuelos y La Lastrilla.

En el lugar donde empieza el quinto de un pueblo y empieza el del siguiente está marcado con una cruz y una media luna, que se cavan en la tierra con los azadones. Los peones del quinto que termina limpian la cacera hasta la altura de la cruz, después de pasar la media luna y los del quinto que comienza emprenden la tarea al nivel de ésta, pasan la cruz y siguen. Es decir, que el tramo que existe entre ambos símbolos lo limpian los dos pueblos. Es esta costumbre, la que lleva a pensar que la construcción de la cacera pueda provenir de la primera etapa de la repoblación de la provincia de Segovia, allá por el siglo XI y sería un símbolo de convivencia y colaboración entre hombres de las dos religiones. Esta hipótesis de la antigüedad de la cacera viene también respaldada por las primeras ordenanzas que se conservan, del año 1401, en las que se habla del uso inmemorial del agua y de una «costumbre antigua».

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OLYMPUS DIGITAL CAMERAVolviendo a la limpieza, lo primero que hacen los vecinos de cada pueblo cuando llegan a su quinto, es almorzar para tomar fuerzas. Tras el tentempié, es el momento de azadones, zarceros, garios y palas, herramientas necesarias para la tarea. El grupo se dirige al inicio del quinto y cavan la cruz. Los representantes en la Noble Junta son los que van mandando a los demás dónde y qué deben ir limpiando mientras recorren el tramo que les corresponde. De vez en cuando, en lugares estratégicos, los más mayores llevan la bota de vino a los trabajadores. Una vez llegado al final del quinto, se cava la media luna y vuelven al lugar de reunión para comer. Es el momento en el que los mayores recuerdan los viejos tiempos en la cacera, cómo «todos los vecinos del pueblo venían a la cacera, por lo menos los que valían para algo, a no ser por enfermedad«. «Hoy casi no viene nadie, como se ha entubado…«, «la gente nueva que ha venido a vivir al pueblo no sabe ni lo que es esto…» son lamentos que se suelen escuchar y con razón.

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Tras la charla animada, en todos los quintos se reza una oración, que viene por tradición oral y que no difiere mucho de unos pueblos a otros. Los peones se arrodillan y la persona de más edad es la que dirige el rezo. Una vez finalizada la oración, los presentes siguen hablando, bebiendo y jugando a las cartas, hasta que el agua vuelve a discurrir por la cacera cuando se abre de nuevo la presa, momento que marca la vuelta a casa.

OLYMPUS DIGITAL CAMERAAl día siguiente de la Cacera Mayor, el Alcalde de Cartas y el resto de la Noble Junta de Cabezuelas van a revisar el estado de la limpieza de todos los quintos y tratar sobre los asuntos pendientes.

Esta tradición se lleva haciendo durante siglos y la gente originaria de los pueblos la sigue viviendo como una fiesta grande y ven como una obligación su mantenimiento. Forma parte de su cultura, heredada de generación en generación y apelan al conocimiento de la misma por parte de los «nuevos vecinos» para que se pueda mantener en el tiempo. Una bella muestra de trabajo en común para un beneficio común, algo olvidado desde hace años y que es necesario conocer para conservar.

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