Microrreservas de anfibios y recuperación del patrimonio: una apuesta por el desarrollo rural sostenible

Hace unos cuantos años (15 o así) nos embarcamos en la presentación de un proyecto sobre la creación de microrreservas en la falda de la Sierra de Guadarrama. Lamentablemente no salió adelante, pero la semilla de aquello brotó en la beca de Medio Ambiente de la Obra Social de Caja Segovia: «Proyecto charcas: microrreservas de anfibios y su utilidad para la educación ambiental». En ella mostrábamos la riqueza que atesoran las antiguas pozas de lino de Losana de Pirón y de Carrascal de La Cuesta y hacíamos propuestas para su protección y gestión.

Quisimos demostrar que la mayoría de artículos científicos y publicaciones que se estaban presentando por entonces, asegurando que no había casi charcas en el piedemonte segoviano, no estaban en lo cierto. Nuestros estudios sobre las caceras y los usos tradicionales del agua demostraban lo contrario. Lo que había que hacer era recuperarlos, porque estaban ahí. Una corriente dominante hace unas décadas tendió a colmatar o hacer desaparecer la mayoría de estos puntos ya que se consideraban insalubres y llenos de «bichos».

Algunos de esos puntos importantes estaban en nuestro pueblo, Cabanillas. Eran las charcas de «Las Canteras» y junto al arroyo del Pontón, de las que os hablamos en otro de los artículos de este blog. Como parte de nuestras investigaciones sobre las caceras, hacíamos muestreos cuyos datos enviábamos a la Junta de Castilla y León y a las autoridades de los Parques Natural y Nacional de Guadarrama. Ahí vimos la necesidad de intentar protegerlas, pero antes había que mostrar su riqueza para que la gente lo conociera. Ya sabéis nuestro lema «Conocer para conservar». Así que a través de talleres propios, con Diputación de Segovia y con el Ayuntamiento de Torrecaballeros y algún que otro cameo en televisión (en este enlace, abajo, podéis verlo) conseguimos crear esa sensibilidad. Y así se consiguió, con la apuesta del Ayuntamiento de Torrecaballeros y la predisposición del Parque Natural.

Charca en «Las Canteras»

Luego llegó el proyecto de restauración de las pozas de lino de La Aldehuela, apuesta del Ayuntamiento de Torrecaballeros para recuperar su patrimonio cultural y natural y que se ha convertido en una referencia para Universidades y la Plataforma de Custodia del Territorio de la Fundación Biodiversidad. Esta actuación, que pretendía recuperar funcional y ecológicamente este sistema, ha superado todas las expectativas. De una especie de anfibio presente antes de su recuperación ha pasado a 8 en dos años. Todo un logro, que confirma la rapidez con que estos sistemas pueden recuperarse con un poco de atención.

Un siguiente paso debería ser realizar un pequeño proyecto de gestión, ponerlo en papel, bajo unas ordenanzas que eviten agresiones en estos espacios y declararlas «microrreservas». Apostamos también por la recuperación de una tercera charca que fue colmatada por el Ayuntamiento hace unas décadas y que haría de enlace entre las dos ya recuperadas o la restauración de varias fuentes en el término municipal.

También, como idea a más largo plazo, sería que los sistemas gestionados de forma tradicional como pueden ser las dehesas y prados cercados entraran a formar parte de estas figuras. Para ello habría que ir recuperando poco a poco, quizás mediante incentivos a los usuarios de estas zonas y participantes en las acciones de recuperación de caceras, todo el sistema de manejo. Es una idea que ya se usa en otras poblaciones como Revenga.

¿Y todo esto sirve para algo? Siempre hay gente que piensa que para nada, pero los resultados están ahí:

  • Son espacios de un singular valor ecológico y actúan como ecosistemas que combaten localmente el cambio climático.
  • Son parte del patrimonio cultural de nuestro municipio, al igual que la iglesia, los potros de herrar o los esquileos, pues son los vestigios de la forma de vida de los habitantes de nuestros pueblos.
  • Son puntos de atracción para centros de investigación, como las universidades.
  • Pueden usarse como herramienta para la educación ambiental de la población escolar y población en general.
  • Son visitados por multitud de personas. Unas cuantas de esas personas se quedan posteriormente en el pueblo a disfrutar de su gastronomía o de otros atractivos.

Estas actuaciones pueden ser replicadas en otros municipios, con una inversión no muy elevada y pueden ser un motor de desarrollo rural basado en los recursos endógenos del territorio. A la vista está.

Deja un comentario